Sekiro: Shadows die twice, Miyazaki hace arte


Sekiro: Shadows die twice, el nuevo juego de From Software, por fín ha salido y tras 56 horas de juego, de las cuales 13 fueron dañadas y eliminadas, he terminado el juego. Miyazaki lo ha vuelto a lograr, y es que el juego, es una absoluta pasada.


Para empezar, quiero hablar de su historia, de su narrativa, y es que esta vez se ha optado por hacer que la historia y el universo de Sekiro esté presente en el juego, y que esta, nos guíe a través de la aventura. A diferencia de sus hermanos mayores, Dark Souls y Bloodbourne, donde la historia quedaba relegada a un segundo plano, y era el jugador el que tenía que buscar entre líneas a medida que avanzaba.

Sin spoilers, diré que nuestro periplo comienza con la presentación del conflicto que la tierra de Ashina vivió hace 20 años, donde el patriarca de la familia Ashina, Isshin, consigue la victoria y acaba la guerra, pero no todo es felicidad, ya que, tras esos 20 años de paz, Ashina comienza a estar en guerra otra vez. Ahí entramos nosotros, somos el Lobo, un shinobi criado por El Búho, el cual nos pone al cuidado del descendiente celestial. Irremediablemente, fallamos en nuestra misión y será nuestro deber recuperar el honor perdido.

Más tarde la historia se desarrollará, teniendo como argumento central la inmortalidad presente en el mundo de los hombres, y como esta corrompe a todos aquellos que la conocen. Sin entrar más en detalle, diré que, como su propio nombre indica, este argumento tiene sentido dentro de la jugabilidad de este. Claramente, es una maravilla que la narrativa y la jugabilidad confluyan de esta manera, y que el todo tenga coherencia en el mundo. Bioshock tiene una cohesión parecida, la cual mejoraron muchísimo en la tercera entrega. Estas explicaciones son detalles importantísimos a la hora de realizar una historia que sobresalga por encima de las demás.

Tras esta introducción, se nos dará rienda suelta para que el jugador complete el tutorial y asiente las mecánicas de juego, mecánicas que serán, a partir de ahora, nuestros mantras a seguir, porque es aquí donde Sekiro: Shadows die twice brilla, en su jugabilidad.

La jugabilidad ha hecho de Sekiro la satisfacción hecha videojuego

Creo que ya todos sabemos el gran debate que ha inundado las redes sobre la dificultad de este juego, pero me sobran razones para exponer que ni el juego necesita un modo fácil, ni una reducción de la dificultad.

A diferencia de las anteriores entregas de From Software, Sekiro, establece unas normas desde el principio como he mencionado antes, y la jugabilidad del juego y su dificultad reside en el aprendizaje de esas normas. No tienes diferentes estilos de lucha y magias como es el ejemplo de Dark Souls. Esto, merma los estilos de juego a uno solo, el cual se va ampliando a medida que el juego avanza, y nos ofrece una gran variedad de alternativas para encarar situaciones, pero esas alternativas son leves modificaciones del estilo de juego, podemos pasarnos Sekiro únicamente con lo que se enseña en el tutorial (además del contraataque Mikiri, una de las primeras habilidades que podemos escoger la cual veo fundamental).


Este modo de juego se basa en la paciencia, un equilibrio entre la defensa y el ataque, equilibrio que deberemos modificar dependiendo de cuál sea nuestro enemigo, eliminando la típica estamina para darle fluidez y continuidad al gameplay. Esto se traduce en que los adversarios pueden ser eliminados de dos maneras:
  • Podemos bajar su barra de salud a 0 y realizar una ejecución.
  • Debilitar su postura de combate de manera que pierdan el equilibrio y así, realizar una ejecución.
Mediante contraataques y tajos de espada, ambas características disminuirán. Además, cuanta menos vitalidad tenga nuestro enemigo, su postura se romperá más fácilmente.

Es una mecánica muy divertida, y dominarla es muy complicado, pero en el momento que haces el “click”, solo queda practicar, y hacedme caso cuando digo que es muy agradable cuando sabes a que estas jugando.

Entiendo que la barrera que genera el juego de entrada es bastante difícil de superar, y, además, creo que el juego no es para todo el mundo, pero la verdad, Sekiro merece una oportunidad por parte del que se interese un mínimo. Llevo desde que he empezado a escribir el artículo, pensando en cómo describir la sensación de ejecutar a un boss después de varios intentos, es simplemente maravilloso. No solo alzarse con la victoria, si no que el combate en sí mismo, parar, esquivar, golpear… el transcurso de la batalla, observar como estas “bailando” en el combate, aguantando, acercándote a la victoria poco a poco, recibiendo el mínimo daño posible, es sencillamente, increíble.

No podemos olvidar tampoco el nuevo concepto de movilidad que se ha implementado en el juego, eliminando la lentitud de los anteriores juegos. La verticalidad de los niveles es un puntazo, y el uso del arpeo (el típico gancho) es muy divertido. El posicionamiento es indispensable. La velocidad y libertad para desplazar al personaje enriquece aún más la experiencia, ya que el sigilo y la rapidez puede crear un enfrentamiento 1 vs 1, cuanto antes era de 10 a 1. Todo da la sensación de estar preparado para que, si vas con una estrategia y con mentalidad shinobi, todos morirán sin que nadie se dé cuenta.

Por último, la sensación de exploración sigue siendo bastante gratificante, seguimos encontrando bastantes secretos en el juego a medida que vas explorando, ese aspecto siempre se ha mantenido en todos los juegos de la compañía, y es un puntito que añade rejugabilidad sumado a sus 4 finales diferentes.

Sekiro, es un juegazo, siempre y cuando puedas pasar su barrera, así que si podéis, dadle una pequeña oportunidad, lo agradeceréis. Sobre todo, si os gustan los retos.

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