El fenómeno Dark Souls

A estas alturas supongo que todos habréis oído hablar de Dark Souls, los grandiosos juegos de rol de acción de Hidetaka Miyazaki (From Software), por lo que, si aún no lo habéis jugado, cuidado que se vienen spoilers. La saga Souls ha marcado un antes y un después en la historia de este arte, y es imposible no usarlo de referencia a la hora de compararlo con otros juegos.

Para quien no lo sepa, Dark Souls, es un juego de fantasía medieval occidental. Todo empieza en la Era Antigua, donde solo existía caos y dragones eternos, pero en todo ese caos, aparece el fuego y con él, la vida y la muerte, la luz y la oscuridad. Esa primera llama, dio lugar a las almas de los dioses, capitaneados por Gwyn, el señor de la luz solar, desafiaron a los dragones, derrotándolos y dando comienzo a la era del fuego. Pero no toda época de esplendor es infinita, la llama comienza a apagarse, y como resultado de esto, la maldición de los no muertos comienza a afectar a la humanidad, convirtiéndolos finalmente en huecos, donde solo les quedará la locura.


Dark Souls I y Dark Souls III (Dark Souls II no lo he terminado, y como no fue dirigido por Miyazaki no hablaremos de él) se centrarán en esta premisa, donde nosotros como no muertos, deberemos llegar hasta el horno de la primera llama para inmolarnos y servir de alimento a esta, para extender la era del fuego un poco más, o bien, aceptar la era de la oscuridad, y ser coronados como reyes de esta nueva época.

Miyazaki, en sus juegos transmite desesperación, dolor y abandono. El mundo que nos presenta, Lordran, está al borde del colapso y ahí estamos nosotros, un no muerto más, que espera convertirse en hueco y olvidar su existencia de una vez por todas, pero, por alguna razón, nos levantamos y peleamos en contra esa situación, ya sea por el beneficio colectivo (quemarnos en la llama) o por nuestra propia ambición (dejar que la llama se extinga o absorber su poder). El caso es que el juego no para de robarnos todo sentimiento de esperanza. En cada lugar que visitamos, solo queda un eco de lo que fue antaño, y en la última entrega, ya existen varios individuos que se han quemado para alargar la época de la luz, y observamos que sus actos no han servido para nada, y hasta el mayor representante de la época de gloría, Gwyn, ha dejado de ser el señor de la luz solar, para convertirse en el señor de la ceniza. Entonces, ¿para qué nosotros emprendemos el camino para repetir la historia? Es una pregunta que ni yo podría responder.


Jamás seguiremos una historia en el juego, se nos comentará el inicio con lo explicado anteriormente, y si tenemos buenos ojos lo iremos descubriendo poco a poco, aunque los foros en internet siempre son la mejor opción, los jugadores suelen crear diferentes teorías de lo que van observando y se ponen en común para intentar llegar a la opción más viable. Dark Souls nos explicará su lore a través de su jugabilidad, mediante los encuentros con los jefes finales y mediante el diseño de sus mapas, de esta manera, nos introduce en su mundo rápidamente, ayudado por su banda sonora que comentaremos a parte porque es magnífica.

El título pondrá a nuestra disposición una gran cantidad de armas para avanzar en nuestro viaje por Lordran, además, de diferentes roles que podremos elegir, por ejemplo, podemos elegir se un caballero, especializado en grandes armas que acaben con los enemigos de un golpe, un ladrón diestro en armas pequeñas y rápidas o un mago capaz de hacer uso de poderosas piromancias o milagros, pero si no encajamos en ninguno de estos roles, podremos diseñar uno nosotros mismos, donde nos sintamos más a gusto.

Como os comentaba antes, nuestro personaje solo será un no muerto más, en busca de su destino, no somos grandes héroes elegidos por el destino, si se nos juntan varios enemigos por creernos chupifantásticos, vamos a morir. El diseño de mapas en estas dos entregas es excepcional, tenemos que valorar cada situación al milímetro si no queremos que acaben con nosotros en cero coma. Un solo enemigo es fácil de controlar, contra 3, podremos salir airosos, a partir de 5, más te vale correr. Nos tendremos que valer de la construcción del mapa y de nuestro ingenio.


Más te vale que confíes en sus mecánicas como profesoras, Dark Souls te enseñará así: Toma los controles, ponlos en práctica con estos enemigos, si ves que con algunos no puedes, prueba otra cosa, bienvenido y buena suerte. El juego no te trata como si fuera imbécil, te fuerza a probar cosas y a pensar por ti mismo, y aunque muchas veces el juego puede llegar a ser frustrante, no es injusto.

En cuanto a los jefes finales, diría que te hacen sentir minúsculo e irrelevante. Son grandiosos, enormes y muy poderosos, y casi todos te consumirán la barra de salud de dos golpes. Muchos de ellos te hacen perder la cuenta de todos los intentos. Ornstein y Smough (Dark Souls I) son una gran prueba de ello, uno pequeño y veloz, el otro grande y fuerte, respectivamente. Al matar a uno de ellos, después de muchos intentos y pensar que ahora todo va a ser más fácil, el restante absorberá la esencia del otro adquiriendo sus habilidades, la mecánica es maravillosamente frustrante, pero cuando caen los dos, la satisfacción que recorre tu cuerpo es indescriptible. También me gustaría mencionar a el Rey sin nombre (Dark Souls III), un poderoso caballero que no se sabe con exactitud cuál es su historia y ha levantado mucho revuelo en la comunidad, y para mí, sin duda, el jefe más difícil de la saga junto a Gwyn, señor de la ceniza (Dark Souls I). Todos ellos van acompañados de grandes bandas sonoras.

La banda sonora transmite grandeza y angustia a partes iguales, nos recuerda en todo momento la situación que nos rodea. El tema de la última entrega ya comienza introduciéndonos en esta situación (Dark Souls III Main Theme). Es un lamento a la esperanza, la cual se supone que tú vas a traer. Las canciones que acompañan a tu trayectoria, ya sea en tu paso por el mundo o en los encuentros de jefes, nunca abandonan su estilo, pero me gustaría resaltar sobre todo el tema de Gwyn. La última batalla de Dark Souls I, una batalla que supone el final del juego, todos nuestros esfuerzos para llegar hasta ese punto, debería ir acompañada de la epicidad de una banda sonora increíblemente poderosa, pero sin embargo, nos encontramos con esto (Dark Souls I Gwyn Theme). He leído muchos artículos, reviews e impresiones de esta saga, y todas resaltan esta canción, un único piano, mientras los restos del ser más poderoso de Lordran, te presentan la batalla más dura del juego, hasta este punto, el juego intenta que te rindas.


Espero que, si no habéis jugado, lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo, y recordar traeros la paciencia y tenerla bien cerca en el primer contacto. ¡Nos vemos por Lordran!


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